Muchos propietarios de perras y gatas oirán esta palabra referido a una enfermedad que padecen las hembras. En este artículo queremos comentar de una forma entendible para los propietarios qué es esta patología, qué puede provocarla, los síntomas más frecuentes, el pronóstico y los tratamientos más eficaces.
¿Qué es una piometra?
Es un acúmulo purulento en el útero de las hembras. Ya sabéis que el útero es el órgano reproductivo de los mamíferos que permite el desarrollo en su interior de los cachorros previo al nacimiento. El útero puede ser colonizado por bacterias patógenas que desencadenan una respuesta defensiva por pate del organismo que en conjunto genera el pus. La penetración de las bacterias suele ocurrir durante el estro o «celo», periodo durante el cual el cuello del útero se abre de manera fisiológica. La colonización de la mucosa de la matriz puede verse favorecida por una serie factores (administración de inhibidores del celo, p. ej.). Una vez acabado el estro, el cuello del útero vuelve a cerrarse, iniciando en el interior del útero el acúmulo de líquido purulento que es característico de esta patología y generando los diferentes síntomas.
¿Cómo puedo saber si mi mascota tiene esta enfermedad?
Hay varios factores que predisponen a que una perra pueda tener durante su vida esta enfermedad.
Estos factores son:
Los síntomas más frecuentes son:
Para que un animal tenga esta enfermedad no tiene por qué tener todos estos síntomas. La hembra puede mostrar sólo pedida de apetito y apatía, o sólo supuración, casi siempre polidipsia…. La aparición de uno de estos síntomas debe ser causa de visita al veterinario para diagnosticar esta patología u otras con sintomatología similar.
¿Es grave esta enfermedad?
Es una enfermedad muy grave, que puede llegar a ser mortal si no se trata adecuadamente. De hecho es una causa frecuente de mortalidad en perras y gatas.
¿Qué tratamientos efectivos tiene esta enfermedad?
El tratamiento indicado para esta enfermedad es la cirugía. La realización de una ovariohisterectomía a tiempo tiene unos excelente pronóstico, siempre y cuando esta patología no haya dejado alguna secuela grave (alteración renal, por ejemplo).
En algunos casos se puede plantear un tratamiento conservador mediante antibióticos y prostaglandinas para intentar poder salvar la capacidad reproductiva de una perra joven y con un cuadro leve. Eso significaría un seguimiento exhaustivo del animal para confirmar la eficacia de la medicación y considerar que lo más probable es la recaída posterior a futuros celos.
Una vez que la perra está diagnosticada es muy interesante no demorase en la cirugía en cuanto la perra esté estabilizada (correctamente hidratada y equilibrada en cuanto a hemodinamia y electrolitos), minimizando así el riesgo anestésico.
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